viernes, 15 de abril de 2016

Decir no

"La costumbre de decir si me 
parece peligrosa y resbaladiza"

Cicerón

Una premisa indispensable para preservar la energía y la paciencia es saber decir no. Es muy positivo dedicar tiempo y atenciones a los demás, pero cuando la buena disposición se vuelve esclavitud, entonces ha llegado el momento de replantearse la situación.

Imagen de la página El observador de la actualidad
A todo el mundo le ha sucedido. Uno ayuda de buena fe a una persona determinada y a un favor le sigue otro. Llega un momento en el que ésta carga sobre ti todos sus problemas y da por sentado que estás a su servicio. Estas personas -sin tener necesariamente mala intención- olvidan que tú también tienes vida y muchas cuestiones que resolver. Más pronto que tarde, acabamos estallando y nos negamos a sus pretensiones. Lo habitual es, entonces, que aquel que se ha servido de nosotros nos considere prácticamente una mala persona y empiece a criticarnos a nuestra espalda. Si encuentra a alguien que le escuche, éste será el próximo que caerá en la trampa.

Para evitar que estas situaciones se produzcan lo más sencillo es decir no de entrada. Si observas que alguien empieza a abusar de tu confianza, lo mejor es poner freno antes de que las cosas se tuerzan. Probablemente, al principio se enoje contigo, pero a la larga acabará valorándote más. Mal que nos pese, en la sociedad disfrutan de más prestigio las personas que se hacen respetar que aquellas que están siempre supeditadas a los demás. Si uno da siempre, el gesto se da por supuesto y no se le concede valor.

La administración de la generosidad corresponde al que la ofrece y no a su receptor.

Tres señales de alarma:
1.- Los favores a esta persona se suceden uno tras otro.
2.- Se toma sin pedirlo lo que una vez le ofrecimos.
3.- Censura a terceras personas que no le han ayudado.


Para saber más

* Bertolt Brecht. Historia del seño Keuner. Alianza, 1991.
* Gil Friedman. Cómo llegar a ser totalmente infeliz y desdichado. Sirio, 1999.

...

No podía evitar, conforme escribía la entrada de hoy, acordarme de lo que me había contado una persona sobre una amiga a la que comenzó a echarle una mano, continuaron juntas y después la amiga consideró que estaba "a su disposición". También recordaba alguna situación de antaño pensando en si tal vez tendría cierta similitud, mientras resonaba en mi cabeza "si encuentra a alguien que le escuche, éste será el próximo que caerá en la trampa"...

Supongo que más o menos todos hemos pasado alguna vez por una situación semejante y no dejo de pensar que la mayoría de las veces no dejan de ser más que meros malentendidos que pueden llegar muy lejos y hacer mucho daño. Tal vez no nos dimos cuenta a tiempo de por donde andaban los derroteros, o tal vez no quisimos ver... puesto que a veces nos negamos a nosotros mismos la realidad que para otros es más que evidente (pare esto las madres si que tienen un buen radar, porque recuerdo perfectamente a mi madre avisándome sobre alguna de mis "amistades").

¡Qué duro cuando después te das cuenta de que esa persona sólo tenía interés! y además llega a tus oídos que habla sobre tí a unos y otros. Desde luego, nada como la honestidad con uno/a mismo/a para quitarnos el velo que nosotros mismos nos ponemos y ver la situación tal cual es. Nada como comenzar a plantarse y dejar las cosas claras con un No rotundo para que una situación pare y no vaya más allá, haciéndose cada vez más grande como una bola de nieve que, finalmente, nos engulla.

Y tú, ¿sabes decir No?.

¡Feliz Fin de Semana!.

Namaste ☼


Nota: Capítulo sacado del libro "99 maneras de ser FELIZ y 99 recetas budistas para vivir con plenitud" de Gottfried Kerstin.

viernes, 8 de abril de 2016

Enseñar desde la honestidad

Hoy he decidido variar un poco mi habitual Viernes de Reflexión y en lugar de compartir un capítulo de mi querido librito, voy a compartiros unas sabias palabras del gran maestro Iyengar... cuanto más leo de él, mas me impresiona, más me remueve y más me hubiera gustado poder verlo en persona.

En este caso Iyengar nos habla del "arte de la curación" y dirigiéndose precisamente a los profesores con el fin de que siempre enseñen y transmitan desde la honestidad. Es fácil caer en la trampa del ego, pensando que sabemos, podemos y que nuestros conocimientos no tienen parangón; sin embargo, debemos ser honestos siempre y actuar con prudencia, dejando a un lado el ego y actuando siempre desde el corazón.

En otras ocasiones, en nuestro afán por ayudar, no queremos "dejar al alumno/a" de lado y hacemos lo imposible por hacer lo que realmente no está en nuestras manos. No debemos olvidar que como profesores debemos guiarles en un paulativo conocimiento de su verdadero ser, desprendiéndose de capas que han ido forjándose sin siquiera ser ellos conscientes; pero en ciertos momentos, y desde la honestidad, es mejor indicarles que acudan a un profesional de la salud o decirles que en ese caso no podemos ayudarles por no saber o por no tener la suficiente información.

Así, desde la honestidad, con amor y precaución, seremos más capaces de ayudar realmente a las personas que acudan a nosotros, que ni más ni menos, es realmente nuestra misión.


"Mi advertencia para todos es que no intenten ayudar allí donde saben que no saben nada. Es un riesgo. Lo he repetido varias veces y me veo en el deber de volver a advertírselo: enseñen sólo lo que saben. No enseñen lo que no saben, usando a otros como conejillos de Indias para sus experimentos. Sean sus propios conejillos de Indias antes de probar con otros. Les digo esto porque el profesor de yoga se halla en una posición diferente a la de un médico a la hora de ayudar a la gente. Un médico cualificado receta medicinas, pero no llega a entrar en contacto emocional con el paciente. El médico conoce los síntomas, conoce las causas de la enfermedad y sabe que ciertos fármacos funcionan para ciertas enfermedades. Receta los fármacos y ustedes van a una farmacia, los compran y se los toman de acuerdo con la receta. Si mejoran, bienvenido sea. Si no mejoran, el médico les dice que vayan a que les examine un especialista. Al curar por medio del yoga, el profesor entra en contacto con el alumno o paciente y en cada momento observa sus emociones y reacciones. En yoga no hay ningún intermediario del tipo de la farmacia en la que se compran las medicinas. Hemos de ser cuidadosos, pues estamos tratando con otra vida. El médico trata, más que con la vida, con la medicina. Si el fármaco no funciona, dice: "Bueno, entonces voy a cambiarle la medicación". Pero en yoga no se puede cambiar la medicación; siempre se ha de volver a los mismos principios. Así pues, es necesario saber cómo se han de aplicar estos principios en cada caso particular".

B.K.S. Iyengar
El árbol del Yoga

viernes, 1 de abril de 2016

Arqueología personal

La memoria es el perfume
del alma

George Sand

¿Hay viaje más fascinante que indagar en uno mismo?. A lo largo de la vida olvidamos la práctica totalidad de nuestras vivencias. Lo que hoy recordamos con viveza, de aquí a un mes se habrá reducido a unas pocas imágenes y, tal vez, un par de frases. De aquí un año, tendremos suerte si logramos rescatar una sola impresión de este día.

Este hecho inapelable llevó a Proust a escribir En busca del tiempo perdido. En la obra, el protagonista empieza a recuperar parajes olvidados al saborear una madalena, cosa que no había hecho desde su infancia. El poder evocador de ésta fue considerable, ya que dio lugar a ¡siete volúmenes!.

Sin llegar a esos extremos, recordar lugares, personas o situaciones olvidados puede ser una actividad interesante. No hay que descartar que un sabor o un olor nos devuelvan a un mundo lejano pero, puesto que estas percepciones tienen lugar de manera puntual y espontánea, puede ser útil releer viejos escritos, mirar fotos dormidas en algún cajón o, simplemente, hacer un esfuerzo para "repescar" algún detalle curioso que haya pasado a mejor vida.

Imagen de la página Asociación Educar
Busca un episodio agradable, por ejemplo unas vacaciones especialmente placenteras. ¡Te sorprenderás de todo lo que llega a surgir!. Puedes tomarlo como un juego o como un ejercicio de arqueología personal.

El mejor anzuelo para la "pesca de recuerdos" es, por supuesto un diario personal. Los periódicos de la época también son un buen punto de referencia.


Para saber más

* Elias Canetti. La lengua absuelta. Muchnik, 1994.

...

Vivencias olvidadas el algún pequeño rincón de nuestra mente de pronto cobran una fuerza y una viveza extraordinaria ante una fragancia, una foto, unas líneas, una conversación... ¿qué sentimos?, añoranza, tristeza, alegría, soledad... Todos esas vivencias que ahora son o pueden ser recuerdos forman parte de nuestro pasado y no olvidemos que todas y cada una de ellas nos han llevado al momento actual, al día de hoy y a ser quienes somos y como somos.

¡Feliz Fin de Semana!.

Namaste.


Nota: Capítulo sacado del libro "99 maneras de ser FELIZ y 99 recetas budistas para vivir con plenitud" de Gottfried Kerstin.